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Earling Carothers Garrison (21 de noviembre, 1921 - 21 de octubre, 1992) -- cambió su primer nombre en los 60-- fue fiscal de distrito en Nueva Orleans desde 1962 a 1973; es conocido por sus investigaciones sobre el asesinato del Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, desarrolladas en los años 1966-1968.
Investiga el Asesinato de Kennedy
Rebate la versión oficial
Sus pesquisas llegaron a la conclusión de que la teoría oficial, defendida por la Comisión Warren, acerca de la autoría en solitario del asesinato por parte de Lee Harvey Oswald, no se fundamentaba en las pruebas.
Los hallazgos de la "Comisión Warren" no son coherentes
Uno de los puntos en los que hizo más hincapié fue que el elevado número de heridas producidas por el atentado no podían haberse producido por únicamente tres disparos. Este hecho era fundamental para la teoría del asesino solitario, ya que en el tiempo en que se escuchan los disparos, un tirador de élite (y según los informes sobre Oswald, éste no lo era), sólo hubiera podido ejecutar como máximo 3.
Teoría de la Bala Mágica
Para ello, era necesario que una de las balas disparadas por Oswald hubiera realizado más de una decena de heridas, serpenteando desde el cuerpo de Kennedy primero hasta el del senador Connally después, rebotando numerosas veces y realizando bruscos y vertiginosos cambios de trayectoria: es la llamada Teoría de una sola bala conocida popularmente como teoría de la bala mágica o bala zigzageante. Garrison argumentaba que esta misma teoría era un absurdo, y en ello se fundamentó para afirmar que tenía que haber al menos un cuarto disparo, y por tanto, un segundo tirador, probablemente desde una valla en una colina cercana, e incluso, en un triple tiro cruzado (tres tiradores al menos, por tanto) que tendría como centro al presidente.
¿Existió una conspiración?
También se basaba en el hecho de que las medidas de seguridad fueron mínimas (entre ellas, el hecho de viajar en una limousina descubierta, o que el coche tuviera que reducir drásticamente la velocidad por el giro en la calle Elm). Todos estos indicios, aparte de la propia chapuza de investigación realizada por el gobierno de los Estados Unidos (testigos que se obviaron, o cuyas declaraciones se modificaron, detalles pasados por alto), y el hecho de que Oswald probablemente perteneció a la CIA, apuntarían, según Garrison, a una conspiración a nivel de los servicios secretos norteamericanos (implicando a la CIA, el FBI, el Ejército, y, aceptando a posteriori los hechos, al mismo Lyndon B. Johnson), que habría matado a Kennedy para evitar su política de desmilitarización, progresiva disminución de tropas en la guerra de Vietnam (todo ello suponía la pérdida de una gran fuente de ingresos para empresas asociadas al ejército), y, en definitiva, la pérdida de poder de los servicios secretos y el Ejército, que durante la época de Eisenhower habían sido los verdaderos definidores de la política nacional.
De esta teoría no sólo se han hecho eco los habituales fans de la teoría de la conspiración. De hecho, ya ha habido algún prestigioso periodista nortemericano que ha defendido la tesis acerca de que la guerra ha sido, durante muchos años, uno de los grandes motores económicos de EEUU (siendo la presencia de un Kennedy que planeaba incluso la salida de Vietnam un factor que ponía en peligro esa política de contiendas iniciada en la Segunda Guerra Mundial, y que persistiría a lo largo de la Guerra Fría -Vietnam, Corea-, Nicaragua o incluso Irak). En una encuesta celebrada en los años 90, más de la mitad de los norteamericanos no creían que el asesinato de JFK hubiera sido llevado a cabo por una sola persona, sino mediante una trama conspirativa.
Juicio Garrison llegó incluso a llevar a juicio a uno de los supuestos implicados en el caso (Clay Shaw, alias Clay Bertrand), pero éste fue absuelto, aunque años más tarde se admitiría (en contra de lo que se afirmó en su día), que el acusado había trabajado para la CIA.
Días finales Garrison acabó siendo miembro del Tribunal de Apelaciones de Louisiana. Sus investigaciones sobre el caso Kennedy fueron retratadas por la película JFK: caso abierto, de Oliver Stone, en la cual tuvo un pequeño papel interpretando, curiosamente, a Earl Warren, el presidente de la Comisión Warren.